martes, 25 de noviembre de 2008

Una vida..,una historia















Nuestra historia de hoy es cono la de muchas personas que en aquellos tiempos difíciles de la posguerra española, se vieron obligados a emigrar, dejando atrás una vida para comenzar otra, totalmente desconocida y con la dureza que ello conlleva. Un 12 de Febrero de 1956 en la estación de tren de Granada había un niño de 12 años llamado Manuel Guzmán, sus padres Miguel y Carmen, sus hermanos Visitación, Pedro y Manuel, y junto a ellos un baúl donde llevaban toso cuanto tenían. Manuel después del ajetreo de los tres últimos días en casa, no entendía muy bien que pasaba. Se le agolpaban los recuerdos de cómo había llegado hasta allí.

Recordaba a si padre llegar a la plaza del pueblo esperando que un “hombre poderoso” lo eligiera para trabajar con él ese día, dónde y cómo quisiera. Las peleas con sus amigetes de la plaza de arriba, buscar nidos en el verano o cruzar la acequia que iba desde la pila de los álamos negros hasta la casa de “la telefónica”. De entre todos ses recuerdos hay uno que, en especial, siempre llevará consigo; el día antes de partir, en la escuela unos 60 niños de 6 a 12 años, uno a uno sin excepción le abrazaron y se despidieron de él deseándole buena suerte. Hoy en día, muchos años después, sigue emocionándole ese precioso gesto de sus amigos y vecinos.

Sin darse cuenta, Manuel se encuentra ya en la estación de Atocha en Madrid; allí un desalmado intenta robarles todo cuanto tenían, su baúl, y el padre no tiene otro remedio que pagar un duro (5 pesetas de las de antes) para que el ladronzuelo renuncie a su botín y así poder continuar su viaje hasta su destino final. Manuel es vencido por el sueño y cuando despierta en la estación de Bilbao una gran nevada de más de un metro de espesor congela sus pensamientos y dificulta notablemente el cómo llegar con su baúl hasta la casa de la “cávila” que deberían llegar andando. Tras más de una hora caminata, arrastrando el baúl como podían, esquivando piedras y arbustos, pues era zona montañosa, llegaron. La sorpresa fue mayúscula para Manuel, pues el frío helado que hacía y su añoranza del pueblo le hacían soñar con una buena chimenea donde calentarse y contar historias. pero sus sueños quedaron una veza más congelados en ante la realidad cruel, no había chimenea allí, en su lugar había una plancha con carbón encima. ¡Aquel fue un día inolvidable!.

Una vez allí su padre comenzó a trabajar en un mina al aire libre. El trabajo no era mucho mejor ya que le dieron una especie de “porra” o martillo que pesaba unos 12 Kgs. y todo el día picando piedra, era un trabajo por cuenta; entre 4 o5 jornaleros tenían que llenar unas tres vagonetas cada día. Así pasaron unos cuantos años hasta que Manuel cumplió los quince años que empezó a trabajar de aprendiz de tornero ganando 12,75 pesetas día, unos 18 céntimos de euro el cambio de moneda para que os hagáis idea. A los pocos años ya era maestro tornero, es inteligente y aprendía rápido, pero por su espíritu rebelde y aventurero cambió en varias ocasiones de empresa. Cuarenta y seis años después se jubiló siendo maestro tornero.

En medio de esta inteligente carrera profesional se cruzó una inteligente mujer, “Karmele” (lo mejor que le ha pasado en la vida, nos puntualiza antes de seguir), Vasca de Portugalete. Se casan tras 4 años de noviazgo, luego vinieron sus dos hijas y los nietos que los convierten en abuelos.

Manuel nunca olvidó sus raíces, hace más de 25 años comenzaron a venir de vacaciones a Arenas, una de su hijas con sólo 5 años lo tenía claro, les decía a sus padres que cuando terminase sus estudios se vendría a Andalucía. Dicho y echo, vive en Granada hace algunos años. Curiosamente Karmele, que no es de aquí, es la que insistió a Manuel para comprar una vivienda en el pueblo, y así lo hicieron, ahora viven aquí. Parece que siempre estuvieron aquí, que nunca se fueron, nunca les falta una palabra amable para cualquier vecino.

El recuerdo de todo esto da sentido a los sinsentidos del pasado. Manuel u Karmele construyeron una vida plena desde la dificultad y el desarraigo. Ellos son ejemplo vivo para todos. Este pequeño homenaje es nada comparado con su determinación y personalidad.


Antonio García.


La cara el el espejo del alma. Es buena gente y no puede evitar parecerlo.


Manuel de niño en Arenas del Rey.


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