¿TURISTA O VIAJERO?
Una vez pasada la estación de verano y más que adentrados en invierno, estación del año en que los hielos y las escarchas resquebrajan la tierra labrada y los árboles se desnudan de su esplendor quedando desnudos de hojas, cumplida nuestra obligación de honrar a nuestros difuntos y la ilusión encendida por la proximidad de la alegre y festiva Navidad, me gustaría hacer y reflexionar sobre la pregunta que da título a éste articulillo: ¿Usted se siente turista o viajero?
Entiendo por turista aquella persona que decide programar determinado tiempo de ocio, realizando un viaje eligiendo el lugar de destino, en primer lugar, teniendo en cuenta el dinero “sobrante” disponible, el atractivo o preferencias según consejos publicitarios de alguna agencia de viajes o tal vez, por ser rentable por tratarse de un determinado lugar elegido por el INSERSO o por cualesquiera otra razón para escapar por unos días de la rutina diaria.
El turista prepara cuidadosa y metódicamente su maleta, escogiendo las mejores “galas” para la ocasión, desde los zapatos ( que quizás nos hagan rozaduras), el pantalón con la raya bien marcada, al igual que las camisas y americanas, muy limpias y planchadas, sin olvidar los utensilios de aseo. Todo milimetrado. Tras un viaje en autobús medianamente cómodo el turista llega al lugar de destino ya cansado, deseando hospedarse y descansar, eso sí, en un hotel muy limpio donde recoja torpemente la llave de la habitación en recepción y pueda dormir en camas separadas aunque se trate de un matrimonio. Las sábanas sí, muy planchaditas y curiosas, aire acondicionado y un pequeño televisor con mando a distancia. La visita al pueblo o ciudad, al igual que casi todo, será organizada en grupo, con suerte, acompañados de un guía que nos explique someramente lo que a nuestros ojos abiertos de par en par apenas dará tiempo a contemplar. Excursiones extras a determinados parajes no incluidas en el precio del viaje turístico y una reconfortante comida a elegir en “buffet libre”.
El clásico turista telefoneará a su familia para dar aviso de que ha han llegado del viaje perfectamente y de lo bonito y bello del lugar que se dibuja a través del cristal de la ventanilla del bus. El clásico turista si tiempo le da y por casualidad tropiece con un estanco donde comprar sellos, envíe alguna que otra postal con paisajes idílicos o fotos de estudio. Nunca olvidará el turista(antes de que se acabe el dinero) comprar “suvenirs” representativos de lo que visita, bien para sí, bien para amistades, si bien los recuerdos adquiridos muy detallada y minuciosamente (preguntando siempre el precio de cada qué) envueltos en papel de regalo, se quedan entre los familiares.
El turista, pasada la fascinación e ilusión de los primeros días de estancia en su soñado viaje a “x” lugar, se encuentra agotado de energías, añora volver a su casa, a su pueblo, a su ciudad o país. Volverá a su lugar de origen, casi siempre sin un perrilla en la cartera y el retorno será tan deseado como la noche o el madrugón de partida. Ya en su hogar, descansado y dormido en su cama, todo serán elogios para las “maravillas” vistas, a los vecinos o compañeros de trabajo que no realizaron el viaje.
Y me pregunto: ¿culturizados? Francamente creo que no y posiblemente, nunca vuelvan al lugar visitado, finiquitada la pesadilla. Y para acabar con estos comentarios sobre el “turista”,( que Dios me libre si pretendo que sean “dogmáticos”, ya que cualquiera puede pensar otra cosa), citaré un refrenillo:
“Dicen que hacer turismo ilustra, yo me sonrío y me callo. Por mucho turismo que haga el burro, nunca llegará a caballo.”
Antonio J. Fernández Ruiz
¿Por qué leer?
Puedo comenzar con una pregunta sencilla, ¿Por qué no leemos? Porque existen a nuestro alrededor infinidad de alternativas variopintas y llamativas como competidoras. Ahora bien, debemos pararnos a pensar qué nos aporta cada una; posiblemente sean compatibles. El problema está en no acertar con el número de horas que le dedicamos a cada una.
A esta cuestión le sigue otra obligatoria, ¿Por qué debemos leer? Para esta pregunta tenemos infinidad de respuestas, de las cuales destaco el bienestar que sentimos cuando nos evadimos, nos trasladamos a otra época, lugar, circunstancia… O la inquietud por aprender, por compartir, por disfrutar. Los libros, suelen ser lugares de encuentro ideales tanto a nivel individual como colectivo. Aportan muchísimo más de lo que podamos pensar a priori, claro está que positivo todo, y muy satisfactorio en la mayoría de los casos.
Así que aprovechando que este año es el primero que se celebra este mes como el mes de las bibliotecas, aprovecho para animar por una parte a seguir leyendo y por otra a destacar algunas lecturas interesantes y algunas reseñas de interés. No debemos olvidar que hay lecturas para cada edad, y para cada gusto. Aunque los pequeños leen normalmente en la medida en que ven a sus mayores en esta misma tarea. Desde que el niño nace, contamos con libros de plástico para hacerle el baño más satisfactorio; o para que estimule partes del cerebro con colores, formas, dibujos; o para que aprenda por qué llueve, cómo funciona el organismo, qué le pasa a tal o cual personaje de su edad.
Llegamos a los jóvenes, de entre 10 y 17, e igualmente, cada vez hay más empeño en acercarse a sus gustos con tal de verlos con un libro entre las manos: de aventuras, misterios, poemas, de cocina para padres e hijos, de manualidades, realistas… Jordi Sierra i Fabra, por citar algún ejemplo, cuenta con infinidad de títulos con mucha aceptación entre los jóvenes; así Campos de fresas (Luciana, 17años, coquetea con las drogas una noche y entra en coma), o En un lugar llamado guerra (Un joven periodista trabaja como enviado especial a un país lejano y contrata a un chico de 12años como guía; el país en guerra y el niño pobre lo engañará con distintos trucos para ganar dinero necesario para su familia aunque mientras se van tejiendo lazos personales y se salvan la vida mutuamente); libros clásicos adaptados, libros de que marcaron nuestra infancia… Se entretienen, se divierten, comparten, aprenden temas actuales, culturales, históricos, humanos.
Continuamos el recorrido por edades, y pasamos a los mayores, aquí también hay para todos los gustos. Me limitaré a recomendar unos pocos y sobre todo os animo a que investiguéis cada uno con sus gustos y/o necesidades, curiosidades, y podamos compartir opiniones. Las historias son tan dispares como los gustos: desde libros como Los pilares de la tierra, o el último boom editorial, El niño con el pijama de rayas, pasando por El salón de ámbar y El último Catón; Los buscadores de conchas; para compartir con vuestras parejas, Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus; para momentos de encontrarnos a nosotros mismos, EL monje que vendió su ferrari, Dios vuelve en una Harley…
Todos los argumentos que he dado sirven para ratificar mi conclusión: ¡LEE!
Alicia García Moreno
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