Y dale con la crisis. La situación a nivel mundial es peliaguda, aunque donde, como aquí, nunca hubo burbuja inmobiliaria, descalabros financieros, multimillonarias inversiones industriales o de infraestructuras, etc… Nuestra crisis es diferente. Nuestros problemas son los mismo que antes pero con la diferencia de que los que podían resolverlos están ahora bastante más achuchados y menos dispuestos a hacerlo. Para los que tenemos cierta estabilidad económica es fácil hablar de la crisis sin rascarnos pero para una gran mayoría la “urticaria” es de aúpa cuando tienen que tirar de ahorros para subsistir y el futuro a corto plazo no presenta buena cara. Ahora volvemos a rutinas olvidadas; se arreglan los coches que antes se cambiaban, se arregla la ropa que antes se tiraba, se gasta menos en bares y las cenas en la casa que es más barato, viajamos menos y nos gastamos menos, hasta de fumar se quitan algunos por el gasto que supone, vemos más televisión y nos divorciamos menos. En fin…la verdad es que todo no es negativo en esto de la crisis; hablan los gurús de la economía que una crisis es una oportunidad de negocio y el budismo parece que le hace eco: la crisis no es más que una oportunidad para crecer en lo espiritual, todo cambia y nada permanece, reza la “ley de la impermanencia”.
De todos me quedo con lo que dice mi primo: crisis es la forma que tenemos de llamar al periodo que va desde que se nos rompe el taladro con el que hacíamos agujeros para colgar cuadros hasta que decidimos comprar otro nuevo, un martillo y clavos o tirar los cuadros a la basura.
De una u otra forma que la impermanencia le acompañe.
De todos me quedo con lo que dice mi primo: crisis es la forma que tenemos de llamar al periodo que va desde que se nos rompe el taladro con el que hacíamos agujeros para colgar cuadros hasta que decidimos comprar otro nuevo, un martillo y clavos o tirar los cuadros a la basura.
De una u otra forma que la impermanencia le acompañe.
R. MATAS.
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